Ya sé que ando mal de la cabeza,
que alucino por causas inconcretas
que me cuelgan de la imaginación.
Que no sé
disimular el asco
que me provoca el ansia de poder
de tanto loco separatista suelto,
el egoísmo
el ombliguismo
el egotismo
la codicia sin fondo de las guerras
del hombre contra el hombre,
la impunidad del crimen de indiferencia humana.
Van latiendo los charcos a mi paso
pero yo no los siento
ni veo rezumar la poesía
del labio de la luna.
Ya sé que no estoy bien de la cabeza
y no hay trueno almático que me haga temblar
ni sueño en el que crea.
Ahora, tras de tanto,
se me ha muerto, de veras, la inocencia.
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