Quién puede persistir anclado en tierra
o impedir que levites levemente
y topes con el techo de la jaula
después de cinco horas
de orgasmos silenciosos con tu boca.
El olor de la felicidad, dices,
es el del pan en el horno
y yo digo que el de la tierra mojada
en el verano.
¿Y el del amor?
¿Te has detenido a pensar en lo bien que huele
el amor satisfecho?
Sí
es posible que en esos tres básicos olores
esté la esencia de la alegría,
y si no huele así, se le parecerá mucho,
tanto
que han desaparecido los barrotes
y casi soy un pájaro perfecto.
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